lunes, 20 de julio de 2009

M. Carmen Peidro.


M. Carmen Peidro viene dispuesta a romper momentáneamente con el bodegón y con el paisaje. Tiene ganas de desentrañarle el sentido y las proporciones a la figura humana. Doy fe de que el bodegón lo borda y con él, sus pliegues y repliegues; tiene paciencia para regalar.
Empezamos con el gran maestro,Fortuny. Un efebo musculoso y un pífano preadolescente, orlados ambos con la magia negra de las sombras que sólo el catalán atesoraba, nos sirven para empezar a darle forma a esta nueva faceta. Este es el resultado de seis o siete sesiones.
Empezamos por buscar el movimiento. Todas las imágenes tienen movimiento que se ha de solucionar con dos o tres lineas. Es importante captar el movimiento, cimiento del dibujo. Luego las proporciones, las distancias, los silencios entre el fondo y la forma que también es dibujo, la valoración, las suavidades, las durezas, el cotidiano deambular entre estos ejercicios y el gris plomo del lapicero y M. Carmen Peidro que, de vez en cuando alza la vista de su dibujo y sonríe no sin cierta complacencia. No es para menos.

domingo, 5 de julio de 2009

Vermeer de Delft en el estudio


Una copia de Vermeer traspapelada. Nos olvidamos en su día de este pastel. Lola tardó un par de semanas en darle feliz término y este es el resultado. Creemos que está muy conseguida la luz fría, casi fotográfica, luz azul de los charcos de mediodías otoñales.
La foto (obra en sí y obra de la propia Lola que nos la envía por e-mail) tiene su punto. Fijaos qué forma tan interesante de acoplarse, casi confundirse el pastel con el resto del estudio. Todo el conjunto parece un cuadro, sin solución de continuidad. Al fondo, a la izquierda, la lámina original que delata la limpia mirada de alguien que se desvive por lo que hace. Nos encantan estas mañanas en el obrador de los sueños. A Lola, la que más, no nos cabe duda.